wassuopolis

Monday, November 27, 2006

en la oscuridad de la noche

EN LA OSCURIDAD DE UNA NOCHE.

Por: Dagmar Alejandro Muñoz Vilchis.

Esta es la primera historia que publico de algunas más que están escritas pero que aun no han sido publicadas. Esta historia se me ocurrió cuando cierto día iba caminando por una calle oscura con 3 de mis mejores amigos después de haber salido de la escuela.

Es una historia un tanto fuera de lo común, espero que llene su mente de terror, tal ves después de esto, no vuelvan a caminar por una calle oscura, a solas con un amigo…

Si, ese soy yo, mírenme, inerte en esta recamara de manicomio, sin esperanza alguna, sin futuro alguno, mis manos colgando de mi cuerpo que se tambalea de un lado al otro, si, soy yo, colgado de esa lámpara por no haber soportado el horror que viví, el horror que sentí ese día en que me ganaron mis instintos, mi locura.

No se como paso, simplemente mi mente comenzó a nublarse, a tornarse oscuro y mis miedos salieron a la vista, tal ves si ese día me hubiera ido temprano a casa nada hubiera pasado, o tal ves tenia que pasar, pero ¿Por qué así? ¿Por qué tuve que matar a mis amigos cegado por el miedo que nublo mi mente y se apodero de mí? No me lo logro explicar, los doctores me dijeron loco, que era un lunático completamente ofensivo y nocivo a la sociedad, eso me lleno de tristeza, tenia muchos amigos, en verdad tenia muchos amigos, y mi novia, dios mío, ahora que ya creo en ti te pido por ellos, ya que mi alma no tiene perdón por lo que hice…

Todo comenzó ese día, un día normal como los demás, tocaba guitarra con uno de mis mejores amigos cuando decidimos irnos caminando y no tomar el autobús, me gustaba caminar, justo estábamos decidiendo eso, cuando dos amigas nuestras llegaron.

-Hola, saben, hoy no me quedare a clase de Francés, creo que me iré temprano a casa, o tal ves me quede a ver su ensayo, dicen que tienen canciones nuevas.

-Si Ivonne, quédate, así cuando salgamos nos vamos caminando. Le decía a mi amiga que venia acompañada de Dalia, una chica linda de buenos sentimientos y de un corazón enorme la cual dijo al instante.

-Si Ivonne, quédate y nos vamos caminando con Vic y Ale.

Aun era temprano para el ensayo, faltaban dos horas, así es que nos pusimos a platicar de cosas que para otros no tienen sentido. Vic y yo, tocamos un poco de música con nuestras guitarras las cuales nos fueron regaladas por entrar al grupo de música en el que ensayaríamos ese día.

Vic, es de mediana estatura, algunos dicen que muy parecido a mi, mas de uno me pregunta si es mi hermano y yo contesto que si aunque no lo es, el es músico desde los 14 años, y ahora que ha cumplido 18, es uno de los mejores guitarristas que conozco. Yo apenas llevo un año y medio como músico, soy un músico instrumentaliza que gusta de tocar música clásica.

-Tengo hambre- comento Dalia y conociendo como es, le dije que fuéramos a comprar algo para comer, compramos frituras y refrescos, regresamos donde estaban Vic e Ivonne, y comenzamos a comer y seguir esperando a que dieran las cuatro para empezar el ensayo. Como ven, era un día normal, siempre hacíamos lo mismo, siempre éramos nosotros, siempre que nos reuníamos los cuatro, era para hacer lo mismo, pero ninguno que ese día seria distinto, que todos, llegaríamos al fina.

Cuando llego la hora del ensayo, todo fue tan normal como lo que había pasado durante el día, mientras, Dalia, Vic y yo tocamos y cantamos durante el ensayo, Ivonne ponía atención en lo que hacíamos, se quedaba pensativa, a veces sonreía, a veces simplemente se nos quedaba viendo como si fuéramos unos personajes famosos y quisiera un autógrafo o algo así.

Cuando terminamos el ensayo, nos quedamos un rato platicando en lo que haríamos.

-Yo creo que lo mejor es ir caminando, creo que es algo temprano aunque no hay mucha luz del día, pero seria bueno caminar después de estar sentados durante el día, es bueno para estirarnos- insinué mientras determinábamos si caminábamos o si nos iríamos caminando o si nos iríamos en el transporte.

-Yo tengo ganas de caminar, además, si me voy en ruta, me iré sola por que ninguno de ustedes van hacia donde voy yo.- dijo Dalia convenciéndonos a los demás de que nos iríamos caminando.

Así pues, comenzamos a caminar cuando apenas eran las seis y media de la noche, la luz del sol no se veía ya, y solo se veían las luces de los carros, íbamos platicando en grupos, yo iba caminando junto a Dalia y Vic iba caminando con Ivonne, algo muy normal ya que siempre lo hacíamos.

Cuando llevábamos caminando unos diez minutos, recordé que había comprado cigarros el día anterior, eran unos cigarros que me gustaban mucho, tenían aroma de chocolate, mientras iba fumando uno de esos cigarros veíamos como pasaban los últimos carros, cuando ya no hubo ninguno, comenzó el desastre, comenzó el suceso mas extraño e ilógico que jamás se me ocurrió que pasaría.

En un inicio pensé que eran los cigarros, después pensé que era mi mente que estaba jugando, pensé que mi miedo era el responsable de lo que me pasaba, pero, ¿miedo a que, si lo que me pasaba me daba miedo?

Mientras caminaba, comenzaba a ver cosas extrañas, veía cosas que los ojos humanos no deberían de ver y escuchaba una música y unas voces que parecerán venir del infierno, voces que me decían cosas que no entendía, cosas que me daban miedo, cosas que atormentaban a mi alma, era algo ilógico, algo que destruyo mi consiente y de pronto actuaba solo por instinto.

Mis ojos comenzaban a ver seres, seres que no pueden ser del mundo de los vivos, seres que me veían con sus ojos llenos de dolor, un dolor que me lastimaba, un dolor que me provocaba miedo. Los arbustos tomaban forma de seres, me llamaban, sus sombras parecían querer atraparme y yo, yo solo veía con miedo.

En ese momento, recordé que iba a acompañado de ellos, de mis amigos, volteé a verlos y parecía que ellos no veían nada, al parecer, yo era el único que podía ver y escuchar lo que pasaba.
Fue ahí cuando mi mente comenzó a desconectarse, al ver a mis amigos, vi algo raro en ellos, sus ojos, sus malditos ojos me veían burlones, como si fueron demonios, como si fueran ojos de seres de otra vida, de otro mundo, pero ellos, ellos no se parecían a mis amigos. Ellos me decían con una voz extraña, casi no se entendían sus palabras pero lo que recuerdo fue –Alex, que te pasa, por que estas así, ya ves, debiste de haber dejado el cigarro, pero dinos, ¿estas bien?

Yo vi en sus caras, una sonrisa, una sonrisa infrahumana, una sonrisa tan tenebrosa que me hizo temblar en mi interior, mientras tanto, los arbustos, seguían llamándome, seguían, tambaleándose hacia mí, sus sombras me trataban de sujetar.

Mi corazón no se explicaba lo que pasaba, por un momento, pensé que todo pasaría rápido, que tal ves despertaría de un sueño, pero no fue así, seguía escuchando esa voces, seguía viendo esas sombras y mis amigos aun se parecían a seres salidos de una historia de Lovecraft.

No recuerdo que fue lo que hice, me quede atrás de ellos, sentado bajo la luz de una lámpara, ahí donde las sombras de los arbustos no me alcanzaban, trataba de calmarme, sabia que el camino por donde pasaba el transporte estaba a por lo menos 20 minutos, pero con la compañía que llevaba, con esos amigos poseídos por algo que no lograba definir, seria incapaz de llegar sin volverme loco.

Ellos se quedaron a unos diez metros de mi, solo me veían y platicaban de algo, tal ves planeaban mi muerte, tal ves planeaban sacarme el corazón o no se que tanto pensé que podrían llegar a hacer. De pronto, las voces en el viento volvieron, esta ves lo entendía todo, era una voz ronca, se escuchaba como salida de una cueva. La voz, esa maldita voz, no se por que hice caso a lo que me decía.

-Alex, nosotros si somos tus amigos, las sombras de los arbustos solo quieren protegerte de ellos, de lo que se dicen tus amigos, ellos, quieren hacerte daño, no son de aquí, ni siquiera son del mundo de los vivos, solo ve sus ojos, ese brillo, y ves la sonrisa, ellos te odian, corre Alex, corre hacia la maleza, escóndete en las sombras de los arbustos y árboles, ellos te cuidaran.

Por una extraña razón, mis piernas comenzaron a moverse, corría, corría hacia las sombras de la maleza, las personas que iban conmigo, solo me gritaban –¿Qué pasa Alex, a donde vas, no corras?-, pero mis piernas no respondía, solo corrían, corrían hacia lo que creía que era mi salvación, solo corría.

Cuando me di cuenta, había corrido unos cien metros, tal ves mas, me detuve y escuche los gritos de ellos, ellos iban tras de mi, venían por mi, venían a matarme, yo no podía dejar que eso pasara, era mi vida o la de ellos y en esos momentos lo que me importaba era la mía.

En eso, escuche de nuevo esa voz ronca como salida de una cueva,-matalos Alex, matalos y libera sus almas de eso, matalos y has que sus almas salgan y vayan a la salvación-.

Comenzaba a pensar como hacerlo, como matarlos, ellos eran tres y yo solo era uno, además, ellos no eran de este mundo tal ves tenían poderes sobre la naturaleza.
Justo pensaba en eso, cuando recordé que los arbustos y las sombras me cuidaban, comencé a buscar en mi mochila lo que podía utilizar, solo encontré mi navaja multiusos que siempre cargo conmigo, una bolsa de platico y cautín que utilizaba para hacer practicas en la escuela.

Me di cuenta, uno de ellos estaba por llegar a mi, debía hacerlo silenciosamente, sin que los demás escucharan, no quería llamar la atención de los demás, era una de ellas, era Dalia, se acercaba hacia donde estaba yo, vi sus ojos brillar por la luz de la luna, espere, solo espere, tranquilo como un chita casando una cebra, me escondí en las sombras, ella pasaba gritando mi nombre, buscándome, acechándome, y yo, bien escondido, deje que pasara de largo, paso frente a mi sin verme, cuando había pasado, Salí detrás de ella, ella buscaba sin darse cuenta que estaba atrás de ella, me acerque, sacando la navaja afilada de mi navaja multiusos, y cuando estaba a un metro de ella, no lo pensé mas, la tome del cuello, le tape la boca sin permitir ni un solo ruido de auxilio, ni un suspiro, nada salía de su boca, tome la navaja, y con una precisión exacta, corte su cuello, ella me miraba con esos malditos ojos, esos ojos que me atormentaban.

Cuando la vi ahí tirada sin vida, recordé lo que decía aquella voz, libera su alma, pero como, ella ya estaba muerta, pero como libero su alma, recordé aquella vieja frase de “los ojos son la ventana del alma”, vi los ojos de aquel ser, no cambiaron nada, seguían dándome miedo, pensé que al quitárselos, se abriría esa ventana que dejaría libre a su alma, libre para ir a la salvación, así es que tome de nuevo la navaja, y con mucho cuidado, le quite los ojos, su sangre brotaba de ellos, su sangre, su sangre que me mancho la ropa, esa sangre mis amigos hubieran dado por mi si era necesario, pero lo recordé, no eran ellos mis amigos, tal ves matando a esos seres siniestros encontraría a mis amigos y seria héroe.

Eche los ojos a la bolsa de platico para quemarla después, recordé que había otros dos, comenzaba a desesperarme, comenzaba a pensar que seria victima de ellos, que jamás salvaría a mis amigos, así es que me dispuse a rezar. Comenzaba a hacerlo cuando recordé que no creía en dios y que seria inútil.

No recuerdo como lo hice, mate a los otros dos cegado por la ira y el miedo, a ellos también les saque los ojos, recuerdo que al último a quien mate fue Vic, no me importo ya si gritaba o no, solo lo mate, solo lo libere. Eran aproximadamente las nueve de la noche, pensé que en ese momento aparecerían mis amigos y me llevarían a casa, pero eso nunca paso, para ese momento, las sombras de los arbustos ya no me seguían, las voces del viento ya no me decían nada, yo ya no tenia miedo, todo había terminado, o al menos eso pensaba.

No recuerdo que mas paso, me senté a la orilla de la carretera bajo aquella lámpara, lejos de las sombras, comencé a sentirme cansado, comencé a sentir sueño, cerré los ojos, y me quede dormido.

La noche era calida y dormí por toda la noche, al otro día, me deportaron los gritos de una multitud de gente, había ambulancias, patrullas y muchas personas, parecían estudiantes de la universidad a la que asistía, reconocía a mis compañeros de grupo, también estaban los papas de mis amigos, de mis tres amigos a quienes no pude salvar.


Se acerco a mi un policía, me pidió que le enseñara las manos y yo confiado de que me salvarían y que pronto estaría con mi familia, me puso unas esposas ajustadas en mis muñecas, comencé a recordar lo que había pasado la noche anterior, mire hacia un lado de la carretera, y ahí había tres cuerpos inmóviles, los reconocí, eran ellos, mis amigos, mis fieles compañeros de aventuras, Ivonne, Dalia y Vic, los tres recostados, sin vida. En su cráneo se veían dos orificios que dejaban ver el interior de su cabeza, les faltaban sus ojos, esos ojos que tantas veces había visto y que jamás veía, esos ojos que alguna ves me miraron. Recordé la bolsa de plástico, la abrí, y me llene de horror al recordar lo que había puesto ahí, eran esos ojos, ya no me daban miedo, eran los ojos de mis amigos, y yo los había matado.

Ese día, la noticia fue esa, “estudiante de universidad asesina a sus amigos”, “jóvenes asesinados, cortados del cuello, les quitaron sus ojos, el responsable, su amigo”.

Nadie me cree, nadie cree que a quienes mate no eran mis amigos, que no eran humanos, en ves de mandarme a la cárcel me mandaron a un manicomio donde diario recuerdo todo lo que paso, recuerdo esas miradas, miradas que me quitaban el sueño, miradas que solo me provocaban mas terror.

Hoy no aguante mas eso, hoy decidí terminar con todo eso, me he robado un lazo del almacén del manicomio, y me he colgado de esta lámpara, lámpara que sostiene mi cuerpo inerte, inmóvil. Mientras tanto, mi alma se ha liberado y va en busca de mis amigos, con quienes planeo volver a tocar y cantar algún día, pero hoy no, hoy iré a mi entierro.

Saturday, October 21, 2006